Presentación
Uno de los mercados más interesantes para encontrar propuestas narrativas, es el de la literatura infantil y juvenil. Si uno se anima a ignorar o retirar las etiquetas (por ejemplo, cuando de nuestro ronco pecho expresamos con una voz de barítono: “es que eso es de niños”), encontrará libros sumamente interactivos, arriesgados, artísticos y memorables. Libros breves y hermosamente ilustrados, como Where the Wild Things Are (Maurice Sendak) o la producción de Michael Ende (La historia interminable y Momo), que ilustra algunas de sus páginas con pinturas surrealistas (que provienen del mismo autor o de su padre, Edgar Ende). Son libros que no tienen miedo de explorar los géneros fantásticos y especulativos (ciencia ficción, ficción histórica), así como combinar distintas estructuras de prosa, lírica o poéticas.
William Blake, por ejemplo, en sus poemas de la inocencia y la experiencia, usa una estructura de rimas infantiles y canciones de cuna para hablar de cómo el tigre se come a la oveja, y a su vez, concluye que ambos son dos caras de Dios. Así, después de regalarnos una joya que expresa esta dualidad fascinante, lo veremos citado en una diversidad de materiales que van desde los cómics, los libros infantiles y, por supuesto, libros de malvados asesinos seriales (El dragón rojo de Thomas Harris). La inocencia y la experiencia no se cancelan, al contrario, ninguna existe sin la otra y la humanidad, sin importar edades, siempre navegará y tendrá la oportunidad de gozar con ambos rasgos.
Actualmente, tenemos una gran demanda de literatura infantil y juvenil, generalmente ilustrada, en fotolibros o libros ilustración (así que es una gran fuente de trabajo no solo para escritores y editores, pero también ilustradores); algunas de ellas que, a pesar de su brevedad o su prosa sencilla, pueden ser de una complejidad asfixiante, además de un jugoso anzuelo para picar el interés de un productor o algún director. La literatura infantil y juvenil ha servido como un espacio para confrontar a los jóvenes lectores con temas difíciles, que van desde los 43 desaparecidos de Ayotzinapa hasta el racismo o el holocausto.
Sin embargo, para que la literatura de este tipo sea efectiva, tiene que manejar los temas con sensibilidad y elocuencia que apele a jóvenes lectores. Pensar que escribir para niños o jóvenes es fácil, es un error de principiantes. Para darse una idea de lo complicado que esto puede ser, como una experiencia personal, se sugiere conversar con una sobrina, un hermano menor, o una hija y tratar de inventarle una historia improvisada. Se descubrirá en el espíritu infantil una fuente inagotable de preguntas que lo pueden empujar a uno a territorios peligrosos, además de una astucia natural que proviene de los zorros o los tlacuaches (como los que cargan el fuego en sus espaldas).
Un autor de este género no puede o debe rechazar todo el lenguaje que está a su alcance y debe ser sincero, algunas veces artero, además de juguetón para evocar cuantos caminos sea posible para salir adelante. A su vez, debe tener un excelente oído que pueda representar el habla común de los niños, los padres, los abuelos, los cábulas que tratarán de llevárselos o de abusar de ellos (véase La peor señora del mundo de Francisco Hinojosa), así como aquel lobo trató de engatusar a Caperucita. Cuando un adulto tratará de poner resistencia a una lección moral (y no siempre, pues hay muchos adultos quienes gozan o se sienten seguros al tener este tipo de lecciones) que no apele a sus intereses o su sistema educativo, un niño de suspicacia y curiosidad salvajes pondrá una resistencia natural a que lo traten como un idiota cuando lo azoran con preguntas básicas, engañosas o lo exponen a una especie de material propagandístico para darle instrucciones en vez de una enseñanza valiosa.
Si alguna vez, como guionistas, necesitamos un vaso de agua fresca, se sugiere buscar en la literatura de los jóvenes un hilo de inspiración que nos rescate del mundo adulto al que estamos sometidos. Practicar con este tipo de literatura, jugar con ella, aproximarse a estas lecturas para rejuvenecer, nos da la capacidad de regresar a un estado de pureza, un estado de creación primigenio donde encontraremos un juego puro de oídos, de carcajadas, de preguntas incómodas que pueden ser asquerosas y dolorosas, pero también sumamente satisfactorias. Reaprender y retomar la interpretación de los símbolos, las miradas, las señales para transformarlos en otra cosa, lo impronunciable, es algo que nos ayudará a encontrar las historias que podrían ser más valiosas para nosotros mismos.
Propósito
- Estudiar la estructura de los libros infantiles, juveniles e ilustrados, y cómo pueden servir al guión como un punto de partida para aprender a comunicar ideas difíciles de una manera breve e interesante.
- Retirar la lagaña de que los libros de niños son libros para niños cuando siempre estamos diciendo: “es que esto no es un libro para niños” o “es que esto no es una serie para niños porque tratan temas muy adultos”. Vaya, qué sorpresa. Somos genios.
- Encontrar en este género no solo un escape, pero un posible reflejo de nosotros mismos, las palabras precisas para abordar miedos muy adultos, además de un espacio para la contemplación y la chispa creativa.
- Leer un librito deprimente, en su mayoría, pero muy tierno.
- Platicar de patitos, tulipanes, estanques en la clase, para que no extrañen el lago de la Ibero que tenía muchos patos.
Temario
- Una aproximación general a la literatura infantil y juvenil.
- Las ilustraciones del pato y la muerte.
- Decisiones de traducción: ¿dónde quedó el tulipán?
- Analizar cómo el autor, en breves palabras, ha logrado una estructura narrativa similar al viaje del héroe.
- La creación de dualidades.
- La mente infantil y el inicio del mito.
Recursos
Para una primera aproximación, recomiendo el blog de Adolfo Córdova, Linternas y bosques.
Pero especialmente, recomiendo los siguientes artículos:
- Sr. Presidente, ¿dónde los tienen? Literatura infantil y juvenil que versa sobre los desaparecidos.
- Infancia, dictadura y migración.
- Escribir para niños según los adultos.
- Un listado de mejores libros ilustrados para el 2019.
Diez autores de literatura infantil y juvenil recomendados (ningún orden en particular):
- William Blake.
- Maurice Sendak.
- Michael Ende.
- Roald Dahl.
- Luis Pescetti.
- Gianni Rodari.
- Verónica Murguía.
- Frances Hodgson Burnett.
- Cecilia Eudave.
- Astrid Lindgren.